En este episodio, nos sumergimos en la belleza del merecimiento, esa capacidad de reconocer que somos dignos de recibir amor, bienestar y éxito.

A menudo, las creencias limitantes y la autocrítica nos alejan de nuestra propia esencia y nos hacen olvidar cuánto merecemos.

Te invito a un espacio de reflexión y práctica en el que compartiré 5 ejercicios poderosos para cultivar el merecimiento desde adentro, honrando tu ser y abrazando cada parte de ti. Porque el camino del merecimiento es un viaje de autoconocimiento, sanación y autoamor.

Descubre cómo estos ejercicios pueden ayudarte a reconectar con tu valor y a recordar que, en lo más profundo de ti, siempre has sido merecedor de lo mejor.

Escúchalo, practícalo y permite que el merecimiento florezca en tu vida.

En este espacio, compartimos historias sobre el valor de cuidar nuestra salud mental y de cómo pedir ayuda puede ser un acto de amor propio. Hablamos sobre las distintas corrientes terapéuticas, para que encuentres la que mejor resuene con tu esencia. Pedir ayuda a tiempo es clave, y a veces, la vida nos pone en el camino a personas que son verdaderos regalitos del universo, como lo fue Mari para mí. Juntos, aprendemos que no estamos solos y que siempre hay una mano amiga esperando Libro recomendado: Permiso para sentir de Marc Brakett

Aquí pueden seguir a María: @doamarias.psic Gracias por acompañarnos en este episodio. Si te gustó lo que escuchaste, no olvides seguirnos en nuestras redes sociales para más contenido sobre bienestar en todos los sentidos.

Puedes encontrarnos en @ahinco.estudio Y si crees que este mensaje puede ayudar a alguien, te invito a compartirlo. Nos vemos en el próximo episodio, ¡y recuerda, pedir ayuda también es un acto de autocuidado!

La vida es un suspiro, y a veces lo olvidamos. En este episodio, quiero recordarte lo valiosa que es nuestra existencia y lo importante que es pedir ayuda cuando la oscuridad nos abruma. No tenemos nada garantizado, todo es pasajero, y eso lo hace aún más hermoso. Agradezcamos lo que somos, lo que tenemos y las conexiones que nos rodean. Porque la vida, con su impermanencia, es un regalo que debemos abrazar cada día.