エピソード

  • ESPERANZA DE SALVACIÓN
    2024/10/24

    ESPERANZA DE SALVACIÓN
    Seguramente en algún momento de nuestra vida, hemos sufrido alguna desilusión por una promesa no cumplida, ya sea por nuestros padres, familiares, cónyugues o amigos de confianza. Posiblemente esta desilusión nos causó un profundo dolor, hasta el punto de no volver a confiar en las promesas de las personas. Por eso ahora, cuando alguien nos hace una promesa, no confiamos al cien por ciento de que nos cumplan , y así, no sufriremos una desilusión nuevamente cuando alguien nos falle. El hombre constantemente falla al momento de cumplir con sus promesas, pero esto no sucede con Dios, ya que Él, siempre cumple con todas sus promesas a su tiempo. Por la fidelidad de Dios, ninguna persona que confíe en Él, quedará desilusionada, y esto nos asegura el apóstol Pablo: “… la resistencia desarrolla firmeza de carácter, y el carácter fortalece nuestra esperanza segura de salvación. Y esa esperanza no acabará en desilusión. Pues sabemos con cuánta ternura nos ama Dios, porque nos ha dado el Espíritu Santo para llenar nuestro corazón con su amor.” Romanos 5:4 NTV.
    Si fuésemos a esperar algo, pero luego descubriésemos que nunca íbamos a conseguirlo, seguramente nos causaría una desilusión profunda. Pero la esperanza de nuestra salvación y vida eterna en el reino de los cielos junto a Cristo Jesús, nunca nos causará una desilusión, ya que nuestra salvación y vida eterna es real. Esta seguridad la tenemos porque Dios manifestó su profundo amor para salvarnos de la condenación eterna, al enviar a su amado Hijo para que entregara su vida por nosotros en el madero. Además, el Espíritu Santo que nos fue dado en el momento de nuestra declaración de fe en Jesucristo, inunda nuestros corazones con estas expresiones del amor eterno de Dios Padre, y por ellas se nos asegura que Él cuidará de llevarnos sanos y salvos a nuestra morada eterna.
    Nuestra confianza en Dios nunca nos causará una desilusión, ya que Él siempre cumple sus promesas. La salvación y la vida eterna en los lugares celestiales, son promesas que nos hace a todos los que hemos alcanzado la redención de nuestros pecados. Dios en su fidelidad a su palabra, cumplirá con su promesa, y cuando llegue el tiempo preciso, nos llevará para que moremos eternamente junto a Él. Además, en esta promesa de salvación, intervienen las tres personas de la Divinidad. El Padre nos amó de tal manera que envió a su amado Hijo a este mundo para que se convirtiera en puente. El Padre y el Hijo enviaron al Espíritu Santo para llenar nuestras vidas con amor inagotable y permitir que vivamos por su poder, gloria y majestad. Con todo este cuidado amoroso de nuestro amado Creador, nunca nos sentiremos desilusionados por confiar plenamente en su promesa de salvación, y servirle con los dones y talentos que hemos recibido.

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  • UNA RELACIÓN CORRECTA CON DIOS
    2024/10/18

    UNA RELACIÓN CORRECTA CON DIOS
    Es un error creer que el cumplimiento de las promesas de Dios en la vida del hombre, se basan en el cumplimiento estricto de la Palabra de Dios entregada a los seres humanos. Esta errónea creencia, es enseñada en algunos movimientos religiosos. Estos grupos, incitan a sus adeptos a cumplir estrictamente la ley del antiguo pacto, así como los mandamientos que se encuentran registrados en las páginas de las Sagradas Escrituras. Pero estas enseñanzas son erróneas, ya que el cumplimiento de las promesas de Dios en la vida de los hombres, no se basan en el cumplimiento estricto de Su Palabra, sino en la fe que muestran ellos para con Dios. Esta asombrosa verdad nos da a conocer el apóstol Pablo: “Obviamente, la promesa que Dios hizo de dar toda la tierra a Abraham y a sus descendientes no se basaba en la obediencia de Abraham a la ley sino en una relación correcta con Dios, la cual viene por la fe.” Romanos 4:13 NTV.
    Las promesas de Dios a los hombres, fueron hechas mucho antes de que Dios entregara sus leyes y mandamientos al pueblo judío por medio de Moisés, razón por la cual, los cumplimientos de sus promesas no están condicionadas al cumplimiento de sus leyes y mandamientos, sino que están condicionadas a la fe del hombre. Si las personas quieren recibir las promesas que Dios les ha hecho, tienen que tener una fe férrea en Él, tal como la tuvo el patriarca de la nación judía. Cuando Dios prometió a Abraham y a su simiente que él sería heredero del mundo, no condicionó la promesa a la adhesión a un código legal. La ley misma no fue dada hasta cuatrocientos treinta años después. La promesa de Dios al patriarca, fue incondicional de gracia, para ser recibida únicamente por fe, la misma clase de fe por la que en la actualidad el creyente recibe la justicia de Dios en su vida, y el cumplimiento de sus promesas.
    Toda persona que quiera recibir las promesas de Dios para su vida, tiene que tener fe en el Unigénito Hijo de Dios y entregar su vida a Él. La entrega a Cristo, es la manifestación verdadera de la fe, sin esa entrega, la fe profesa será falsa, por ende, nunca recibirá las promesas de Dios para su vida, aunque declare con su boca que tiene fe en Aquel que entregó Su preciosa vida en el madero. Si profesamos tener fe en Cristo Jesús, debemos llevar una vida de comunión con Él, mediante la oración, el estudio de su Palabra, la comunión con otros creyentes y el servicio en Su cuerpo con los dones y talentos que hemos recibido por medio del Espíritu Santo. Al tener esta correcta comunión con nuestro Señor y Salvador Jesucristo, podemos tener la certeza de que nuestro amoroso Padre Celestial, cumplirá cada una de sus promesas en nuestra vida, porque nuestro Padre eterno es fiel y justo con todos sus hijos.

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  • NUESTRO ESPÍRITU VIVIRÁ
    2024/10/17

    NUESTRO ESPÍRITU VIVIRÁ
    Vivir eternamente, ha sido el deseo de los hombres desde los tiempos remotos. Por este profundo deseo, han buscado la manera de cómo alcanzar esa eternidad, pero todos sus esfuerzos hasta el día de hoy, han sido en vano, ya que no han encontrado la fórmula mágica para alcanzar la eternidad, pues la han buscado en objetos, en lugares, fórmulas químicas o seres inanimados, pero menos en la presencia de Dios, quien es la fuente de vida. El cuerpo humano a causa del pecado, irremediablemente debe morir, pero no así el espíritu. El espíritu del hombre vivirá eternamente, pese a la muerte de su cuerpo, pero no de todos los hombres, sino solo de aquellos que hayan alcanzado la redención gracias al sacrificio de Cristo Jesús en el madero. En el momento de la redención del creyente, Cristo mismo, quien resucitó de los muertos, pasa a vivir en su corazón. Esta realidad nos da a conocer el apóstol Pablo: “Por culpa del pecado, sus cuerpos tienen que morir. Pero si Cristo vive en ustedes, también el espíritu de ustedes vivirá, porque Dios los habrá declarado inocentes.” Romanos 8:10 TLA.
    El hombre fue creado para que viva eternamente, pero todo esto cambió cuando el pecado entró a este mundo. El pecado trajo consigo la muerte, por lo tanto, todas las personas sin excepción tendrán que morir en algún momento, ya que todas son pecadoras, pues viven transgrediendo constantemente los mandatos de Dios. Pero el Señor en su amor y misericordia, nos proveyó una manera de escapar de esta muerte, y vivir eternamente, esto es creyendo y aceptando el sacrificio realizado por Jesucristo. En el momento que aceptamos a Jesucristo en nuestro corazón, somos justificados de todos nuestros pecados y el Espíritu Santo pasa a morar en nuestro interior, dándole vida a nuestro espíritu. Por medio del ministerio del Espíritu, Cristo realmente pasa a morar en nosotros, y permanece hasta que lleguemos a la presencia de Dios Padre. Es asombroso pensar que el Señor de la vida y de la gloria está morando en nuestros cuerpos, especialmente cuando recordamos que estos cuerpos están sujetos a la muerte a causa del pecado.
    Aunque nuestros cuerpos estaban muertos para con Dios a causa de nuestros delitos y pecados, han sido vivificados por medio de la obra justa del Señor Jesucristo en Su muerte y resurrección, y debido a que la justicia de Dios ha sido puesta en nuestra cuenta, podemos vivir eternamente en el reino de los cielos. Todos los que hemos alcanzado la redención en Cristo Jesús, podemos tener la certeza de que viviremos eternamente, ya que todas nuestras culpas fueron perdonadas. Además, el Señor quien es la fuente de vida, vive en nuestro interior, y nos da vida para que vivamos por toda la eternidad, libres de todas las consecuencias del pecado.

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  • EL TRABAJO ES UNA BENDICIÓN
    2024/10/08

    EL TRABAJO ES UNA BENDICIÓN
    En la actualidad hay muchas personas que consideran que el trabajo es una consecuencia del pecado de Adán, esta manera de pensar en cuanto al trabajo, también la tienen algunos creyentes, pues piensan que, si Adán no hubiese pecado, no tendrían que trabajar para sustentar todas sus necesidades, sino que Dios en su amor y generosidad, supliría cada una de ellas. Pero el trabajo para los hombres, no nació tras el pecado de Adán, sino que fue establecido mucho antes por el eterno Creador. Dios ordenó al primer hombre que trabajara poco tiempo después de haber creado el planeta y todo el universo. Esta orden de Dios la encontramos en el primer libro de la Biblia: “Dios puso al hombre en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara,” Génesis 2:15 TLA.
    Contrariamente a lo que muchas personas piensan, el trabajo no es una maldición de Dios a causa del pecado del hombre; sino que es una bendición de Dios para que el hombre pueda sustentar por sí mismo sus necesidades alimenticias, así como sus otras necesidades básicas. Por eso, Dios en su infinita omnisciencia, antes de que el pecado entrara al mundo, ordenó a Adán que cuidara y cultivara el jardín que había acabado de crear. Este cuidado implicaba que Adán, debía labrar la tierra para que el jardín del Edén produzca los frutos necesarios para alimentarse de ellos diariamente.
    Pese a que el trabajo es una bendición de Dios, algunos hombres tienen "alergia" al trabajo porque denotan alguna característica desagradable, o simplemente no tienen deseos de hacer algo para sustentar sus propias necesidades, y en su lugar desean que otros les mantengan. El hombre debería darse cuenta de que ningún trabajo es completamente ideal y fácil de cumplir, que no requiera hacer ningún esfuerzo. Toda ocupación tiene siempre sus complicaciones y grados de dificultad. Algunos trabajos requerirán de la aplicación de la fuerza, otros de la aplicación de la mente, pero ningún trabajo existente en el mundo es imposible de cumplir. Para que el trabajo sea agradable y fácil, el hombre tiene que ponerle empeño, ganas y enamorarse de lo que le toca hacer para sustentar todas sus necesidades cotidianas.
    Los hijos de Dios, no sólo deben trabajar para suplir sus propias necesidades cotidianas, sino que también lo debe hacer para ayudar en algo a otros que están en necesidades, pues este es el anhelo de Dios para cada uno de sus hijos. Con esto en mente, debemos trabajar diligentemente dando gracias a Dios por el trabajo que nos ha provisto. Pues este es el medio por el cual, Dios nos bendice para que no pasemos necesidades, sino que tengamos los recursos necesarios para suplir cada una de nuestros requerimientos. Además, debemos trabajar pensando que lo que hacemos es para el Señor y no para los hombres.

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  • DERECHO DE SER HIJOS DE DIOS
    2024/10/04

    DERECHO DE SER HIJOS DE DIOS
    Alrededor del mundo, millares de personas erróneamente creen que son hijos de Dios, esto lo creen sin haber aceptado a Jesucristo en sus corazones. Pese a que crean con todo su corazón que son hijos de Dios, no lo son, ya que para ser su hijo, deben reconocer al unigénito Hijo de Dios como su Señor y Salvador. Sin este reconocimiento previo, el hombre jamás llegará a ser un hijo de Dios, sino que seguirá siendo una criatura creada por el eterno Creador del mundo. Pero a todos los que aceptan en su corazón a su amado Hijo Jesucristo, el Señor les da el derecho de ser sus hijos, tal como nos da a conocer el apóstol Juan en su evangelio: “Pero, a todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios.” Juan 1:12 NTV.
    Existe una gran diferencia entre ser una criatura creada por Dios, y un hijo de Dios. Toda la humanidad sin excepción son criaturas creadas por Jehová , pero pese a que fueron creados por Dios, no todos los hombres son sus hijos, pero pueden llegar a serlo, al creer en la obra redentora realizada por Jesucristo en el madero. Creer en el nombre de Cristo significa creer en su naturaleza, aceptar que Él es Dios y someterse a su divina voluntad. Creer en su nombre no significa que el hombre es justificado por la fe sola; más bien, equivale a nacer del agua y del Espíritu. Significa obedecer y practicar las enseñanzas realizadas por Jesucristo, las cuales se encuentran registradas en los cuatro evangelios.
    Al llegar a ser hijos de Dios, los redimidos tienen los mismos privilegios que el unigénito Hijo de Dios, llegan a ser herederos de toda la creación de Dios y serán cogobernantes conjuntamente con Jesucristo. Todas estas maravillosas recompensas les esperan a todas las personas que acepten a Jesucristo como su Señor y Salvador. Los que no creen en la obra redentora de Jesucristo, jamás disfrutarán de los privilegios de ser un hijo de Dios, sino que serán condenados a una eternidad de sufrimiento en el lago de fuego, preparado para Satanás y todos sus aliados.
    El anhelo de Dios es que toda la humanidad llegue a ser uno de sus hijos, y disfruten de todos los privilegios que tiene preparados para ellos, por eso, por medio de la obra redentora de su amado Hijo, abrió esta oportunidad para que toda la humanidad, llegue a serlo. Ahora, de la humanidad depende de llegar a ser un hijo de Dios, o seguir siendo criaturas creadas. Si usted todavía no es un hijo de Jehová , no espere más, acepte hoy mismo al Unigénito Hijo de Dios en su corazón, de esta manera, no solo que escapará de la condenación eterna en el final de los tiempos, sino que disfrutará de los privilegios de ser un hijo de Dios, y vivirá eternamente en el reino de los cielos.

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  • ODIADO SIN MOTIVO
    2024/10/02

    ODIADO SIN MOTIVO
    Para algunos es fácil hacer enemigos, ya que algunas personas tienen un temperamento y un carácter para nada agradable. Pero también hay personas que a pesar de tener un carácter tranquilo y amistoso, están rodeados de gente que procura su mal, ya sea por envidia o alguna rivalidad existente entre ellos. Jesucristo fue uno de los hombres que pese a tener un carácter manso y humilde, estaba rodeado por un gran número de personas que procuraban su mal, y no solo lo desearon, sino que actuaron con las perversas intenciones de destruirlo. Para lo cual lo acusaron falsamente de delitos que nunca había cometido, tal como nos da a conocer este salmo mesiánico: “Los que me odian sin motivo suman más que los cabellos de mi cabeza. Muchos enemigos tratan de destruirme con mentiras, me exigen que devuelva lo que no robé.” Salmos 69:4 NTV.
    Aun cuando este salmo se refiere a David, es aplicado a la vida terrenal de Jesucristo, ya que el Señor estaba rodeado de un gran número de personas que trataban de destruirlo injustamente. Cuando el Señor yacía en la cruz del calvario, muchos hombres perversos se movían cual remolino, esperando que dé su último aliento de vida. Mientras esperaban la muerte de Jesucristo, sus enemigos escupían su veneno de odio, amargura y crueldad, sin ni siquiera pensar que ellos eran los que debían estar en esa cruz, pagando por sus delitos y pecados. En Su gloriosa obra de redención, Jesucristo restituyó a Dios por las pérdidas que habían sido causadas por el pecado del hombre, pues por esto, Dios fue privado de su servicio, adoración, obediencia, honra y gloria. El hombre mismo fue privado de vida, paz, gozo y comunión con su Creador. En un sentido muy real Cristo vino a este mundo para restituir lo que no robó. Él fue la verdadera ofrenda por los delitos y pecados de toda la humanidad, una ofrenda que satisfizo la justicia divina de Dios.
    Como nuestra ofrenda por el pecado de la humanidad, el Unigénito Hijo de Dios no sólo pagó lo robado por la transgresión del hombre, sino que añadió más. Porque Dios Padre recibió más gloria a través de la obra consumada de Su amado Hijo en el madero, que si el pecado nunca hubiese entrado a la vida de los hombres. Por medio de nuestro pecado Él perdió a Sus criaturas; pero mediante la gracia Él ganó para sí, hijos. Y nosotros estamos mejor en Cristo de lo que hubiéramos estado en Adán si no hubiera pecado. Gracias a esta entrega total de Jesucristo en la cruz del calvario, todos nosotros que merecíamos el más terrible castigo, fuimos liberados de toda condenación, ahora nuestras culpas fueron borradas definitivamente y podemos acceder al trono de la gracia para morar eternamente junto a nuestro amoroso Padre Celestial.

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  • EL REGALO DE DIOS
    2024/10/01

    EL REGALO DE DIOS


    Cuando nos dan la oportunidad de elegir un regalo, siempre tratamos de elegir el mejor y el más caro existente . Hay un regalo que no se compara a ningún obsequio que los hombres nos puedan ofrecer en este mundo. Este regalo es único y maravilloso, y es más importante que todos los existentes. Nuestro amoroso Padre Eterno, en su amor y misericordia, nos dio este maravilloso regalo de la salvación y la vida eterna, gracias al sacrificio de su amado Hijo Cristo Jesús en la cruz del calvario. Este hecho maravilloso, nos da a conocer el apóstol Pablo: “Sin embargo, no hay comparación entre el pecado de Adán y el regalo que Dios nos ha dado. Por culpa de Adán, muchos murieron; pero por medio de Jesucristo Dios nos ha dado un regalo mucho más importante, y para el bien de todos.” Romanos 5:15 NTV.


    Sin este maravilloso regalo de la salvación y la vida eterna, el mundo estaba perdido, ya que está bajo la condenación del pecado introducido por Adán a este mundo. Adán con su desobediencia a Dios, trajo la condenación a toda la humanidad, pero Jesucristo con su sacrificio en el madero, trajo la salvación y la vida eterna a toda la humanidad, y no hay ningún tipo de comparación entre estos dos sucesos. Ya que la acción redentora de Jesucristo pasa por mucho la acción desobediente de Adán. El regalo gratuito de la salvación, es la manifestación maravillosa de la gracia de Dios, y sobreabunda para toda la humanidad pecadora. Este hecho fue posible por la gracia de un hombre, Jesucristo. Fue una sublime gracia por Su parte morir por toda la humanidad pecadora. Por medio de Su muerte sacrificial en el madero, hizo posible la salvación y la vida eterna para toda la humanidad.


    Todos sin excepción nacemos como parte de la familia física de Adán, del linaje que conduce a la condenación eterna, lejos de la presencia de Dios. Todos cosechamos los resultados del pecado de Adán. Heredamos su culpa, una naturaleza pecaminosa que es la tendencia a pecar, la cual da como resultado la ira de Dios sobre el pecador. Sin embargo, por la obra redentora de Jesucristo, podemos cambiar el juicio de Dios por perdón. Podemos cambiar nuestro pecado por la justicia de Jesús. Cristo nos ofrece la oportunidad de nacer en su familia espiritual, del linaje que empieza con perdón y conduce a la vida eterna. Dios nos ofrece gratuitamente el maravilloso regalo de la salvación, si no aceptamos este maravilloso regalo, nos espera la muerte mediante Adán, pero si acudimos a Dios por la fe y aceptamos su regalo, tenemos vida eterna a través de Cristo. De cada uno de nosotros depende qué camino tomar, si seguir bajo la condenación en Adán, o tener la vida eterna en Cristo Jesús.

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  • PALABRAS SIN REFLEXIONAR
    2024/09/27

    PALABRAS SIN REFLEXIONAR

    Con frecuencia, los hombres son muy ligeros al hablar, ya que en la mayoría de las ocasiones, no reflexionan en las cosas que dicen, y muchas de las veces, repiten las palabras como los loros. De no reflexionar en lo que dicen, es muy común entre los creyentes, y esto se evidencia cuando participan de las alabanzas en los servicios dominicales o en los servicios especiales, incluso en los conciertos de música cristiana, o simplemente cuando están en sus casas escuchando música de alguno de sus artistas cristianos favoritos. Cuando escuchan la canción, empiezan a repetir las palabras sin reflexionar en lo que están diciendo. Decir algo sin reflexionar, lo hizo un hombre cuando estuvo en la presencia del Señor, tal como nos da a conocer el doctor Lucas en su evangelio: “Mientras iban de camino, un hombre le dijo a Jesús: Señor, deseo seguirte a dondequiera que vayas.” Lucas 9:57. DHH.

    En cierta ocasión, cuando un joven se encontró con Jesucristo, con toda su emoción le dijo que le seguiría a donde quiera que vaya, esto lo hizo sin analizar lo que implicaban sus palabras. Por supuesto, no hay nada más excelente que seguir a Jesucristo, pero antes de hacer ese compromiso, se debe analizar si de veras se lo puede cumplir, ya que seguir a Jesucristo a donde quiera que vaya, implica despojarse completamente de todas las cosas de este mundo y hacer su voluntad en todo momento y todo lugar. Al igual que este joven, muchos creyentes al cantar en las iglesias, repiten las palabras de la canción sin analizar lo que le dicen al Señor, o el compromiso que están haciendo con Él.

    Un hecho evidente de esta forma de proceder, es cuando los creyentes participan del tiempo de alabanza, y repiten las palabras de las canciones mecánicamente sin reflexionar, haciendo que sus alabanzas al Señor sean palabras vanas, ya que no tienen intenciones de que esas palabras pronunciadas al Señor, sean verdaderas en sus vidas. Un ejemplo de esta vana repetición, es la alabanza que se canta en la mayoría de las iglesias cristianas protestantes: “Todo a Cristo yo me rindo, lo que tengo, lo que soy”. Al cantar esta canción, los creyentes actúan como si el compromiso de entrega total al Señor, implicara poco más que asistir a la iglesia cada domingo. No es que no sean sinceros; sino que no se dan cuenta de todo lo que implica rendirse al Señorío de Cristo. Por eso desde ahora en adelante, ya no debemos alabar al Señor por alabar, debemos reflexionar en cada palabra que pronunciamos, para que nuestras alabanzas no sean vanas y vacías. Si hay alguna parte de la alabanza que no estemos aplicando en nuestra vida, abstengamos de repetir esa frase y procuremos lo antes posible que esa frase sea algo real en nuestras vidas.

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