El Dr. Onofre Sanmartín, jefe del Servicio de Dermatología del Instituto Valenciano de Oncología, recuerda que es el tumor maligno más frecuente en humanos y subraya la importancia del diagnóstico precoz y las revisiones periódicas. “El cáncer de piel es el tumor maligno más frecuente en la especie humana”, afirma con rotundidad el doctor Onofre Sanmartín, jefe del Servicio de Dermatología del Instituto Valenciano de Oncología (IVO). Con motivo del Día Mundial del Cáncer de Piel, Sanmartín advierte de que, pese a su elevada incidencia, esta enfermedad “sigue siendo un gran desconocido” y no goza de la visibilidad que sí tienen otros tipos de cáncer más mediáticos, como el de mama o el de colon. El especialista subraya que esta falta de conciencia social tiene consecuencias directas: “Muchas veces no se le da la importancia que tiene y se llega tarde al diagnóstico”. Para Sanmartín, la clave está en entender bien los factores de riesgo, en adoptar medidas de protección solar sostenidas en el tiempo y en aprender a detectar posibles lesiones sospechosas. Entre los principales factores de riesgo, menciona “la exposición solar acumulada a lo largo de la vida, especialmente en personas de piel clara, con antecedentes familiares o con profesiones que implican muchas horas al aire libre”. Pero añade que hay un componente cultural que no ayuda: “Durante años se ha asociado el bronceado con la salud, el bienestar o el atractivo físico, y eso ha favorecido conductas de riesgo”. La prevención, según el jefe del Servicio de Dermatología del IVO, pasa en primer lugar por cambiar hábitos de exposición al sol, y en segundo lugar por una buena vigilancia. “Es muy importante que cada persona conozca su piel, sus lunares y manchas, y que sepa identificar signos de alarma”. Para ello, recomienda tener presente la regla del ABCDE: “asimetría, bordes irregulares, color heterogéneo, diámetro superior a seis milímetros y evolución o cambio en el tiempo”. “Cuando una lesión pica, duele, sangra o no cicatriza, hay que consultar al dermatólogo sin demora”, insiste. Pero más allá de la autoexploración, Sanmartín remarca la importancia de las revisiones médicas periódicas: “Hay perfiles de riesgo que deberían ser valorados al menos una vez al año, como las personas con fototipos bajos, antecedentes personales o familiares de cáncer de piel, o con múltiples lesiones pigmentadas”. En cuanto a los distintos tipos de cáncer de piel, distingue claramente entre carcinomas y melanomas. “Los carcinomas basocelulares y escamosos son los más frecuentes. Aunque raramente producen metástasis, pueden ser localmente agresivos. En cambio, el melanoma es menos frecuente, pero mucho más agresivo y potencialmente mortal si no se detecta a tiempo”. La cirugía sigue siendo el tratamiento de referencia. “En la mayoría de casos es curativa”, afirma. Pero también destaca el papel de técnicas avanzadas, como la cirugía de Mohs, que “permite eliminar el tumor con control microscópico de los bordes, preservando el máximo de tejido sano, lo cual es especialmente útil en zonas estéticamente delicadas como la cara”. Otra herramienta destacada es la microscopía confocal, una tecnología que permite observar las lesiones en profundidad sin necesidad de biopsia inmediata. Los avances en genética también están contribuyendo a una mejor comprensión de la enfermedad. “Nos permiten identificar pacientes con síndromes de predisposición genética al cáncer de piel, y hacer un seguimiento más personalizado”. Además, los tratamientos sistémicos han mejorado en los últimos años: “La inmunoterapia y las terapias dirigidas están cambiando el pronóstico de algunos melanomas metastásicos, que hasta hace poco eran incurables”.
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